EL BAÚL DE LA CONDESA

Existen dos ganadería en la cabaña brava, toristas, a las que no les pillo el punto. Una es la de Dolores Aguirre, la otra me la reservo de momento: Dolores Aguirre es una mala ganadera pero con muy buenas y loables intenciones.

Dicho lo cual, hoy se ha lidiado en la plaza de Zaragoza una corrida de la doña bilbaina que ha sido un muestrario de mansedumbre en todas sus expresiones posibles. Mulos, con todos los defectos de una corrida a la que no le corre por las venas una gota de sangre brava, abanta, saliendo contraria, suelta en varas al irse de los caballos, huidiza, reservona, floja de manos y patas, distraída, fea, aquerenciada camino de chiqueros, como el tercero, coceó la corrida, rajada, desclasada, desrazada y descastasda.
Eso por dentro, por fuera la corrida en cuanto a hechuras estuvo mal presentada, y no hablo de seriedad ni trapío, sino que ese no es el tipo del toro de lidia por muchos que nos quisieran vender la moto con las teorías puestas en práctica por aquel avispado ferroviario que llegó a mandar en la dehesa gracias a emparentar vía matrimonio con lo más granado de la sociedad ganadera salmantina y al que los cursis del campo charros llaman el Mago de Campocerrado. Soy una aficionado de esas que oígo el nombre de Atanasio Fernández y ya me pongo en guardia.
Destartalada la corrida, patilarga, estrecha de pecho, pobre de cara, parecían caballos. Hasta el punto que a Robleño en su segundo cuando se cuadró para entrar a matar, los que vimos el festejo por televisión y gracias a la toma que desde el rabo del toro nos sirvió el Plus, perdimos de vista al torero, ¡a la hora de matar!, cuando los animales han mermado medio metro tras la procelosa brega.
Fernando Robleño, pasajarero, Serranito a contra estilo y bien Joselillo, pero equivocados los tres con semejante material y siempre para la manera de ver de la que firma que no pretende, precisamente, sentar cátedra alguna.
Y digo que equivocados pues de haberme visto yo en el puesto de estos tre hombres valiente y en vez de intentar pegarle naturales a cuadrúpedos que se niegan a la pelea pero que si te entallan te preparan, salgo muleta en mano con la de verdad. Pim, pim, pim, por la cara, todo sobre las piernas si me aguantaran, de pitón a pitón, doblada, por bajo, y venga el cuello del bicho para un lado y para otro, desgastando yo, pinchacito suave en los cuadriles delanteros aprovechando que la punta de la espada pasa por alli, un desplante torero de mi persona aprovechando la fatiga del animal y mayormente para compener la figura una, y una de lagartijo en el rincón de Ordóñez, o sea a cuatro dedos por bajo de la cruz.
Cinco minutos de lidia la mía esta noche que ando valiente, pero, ¿aguantarían los públicos de hoy faenas como la que describo?

*Como curiosidad les diré que a Dolores Aguirre se la conoce por los encinares extremeños que baña el Tajo como doña Eduarda. El mote se lo puso el inolvidable Marcelo González, de Coria, Cáceres, uno de los tipos más ingeniosos que yo he conocido. Lo de doña Eduarda viene por similitud con don Eduardo Miura, cuyos herederos lidian mañana sus toros, uno de los camelos más grande de la historia ganadera.
Es lo que pienso y así lo digo, aunque me gustaría equivocarme y que tanto los criadores de Zahariche como la terna triunfaran en la Misericordia en la última de su feria

LA CONDESA DE ESTRAZA