Me apunto como loca a esa corriente zaragozana que consiste en meterse para bien o para mal con el presidente, dependiendo desde el frente que por intereses varios se meta cada cual, unos para bien y otros para mal, como les digo una co te digo la o.
Conste que para la que firma la figura del presidente es una figura moderna en el toreo y es consciente la que firma de que está fomendo con sus letras a lanzar al estrellato a un personaje que dentro de la escenificación de la corrida de toros, no pinta nada.
Pero hijos míos, a falta de novedades en las arenas a tirios troyanos les ha dado por hablar del presidente, y venga presidente, y una no va a ser menos que nadie.
Dicen que el usía del palco de la Misericordia durante la presente feria quita y pone orejas a su gusto y los que lo dicen quitan y ponen orejas a su gusto también, que suele ser el opuesto del usía, pero desde diferente punto de vista, luego esto no hay quien lo entienda y moriremos tirándonos los trastos a la cabeza unos a otros para regocijo de los abolicionista que sólo esperan que nos matemos entre nosotros para darnos el cachetazo final.
El truco del almedrunco, y la puerta grande zaragozana, reside y depende de la arbitrariedad de una cosa tan simple como que el sagaz taurineo en ejercicio de su reconocida picaresca, siempre mangando, vio el cielo abierto el día que se dio cuenta que poniendo las almohadillas blancas como la nieve en el culo del personal en tiempo de pañuelo de bolsillo en desuso, la gente echaba mano a la almohadilla y con ella pedía orejas abultando visualmente la petición unánimentete falsa y voceando el gentío sin recato: bolón.
Y como tras el pecado siempre llega la penitencia y a menudo el remedio sule ser peor que la enfermedad, el problema ha derivado en que el señor presidente del palco misericordioso está sometido diariamente a una prueba en público rodeado de vecinos terribles y cabañeros bravos que pueden darle el invierno, con su correspondiente miedo escénico añadido. La prueba supone tener que contar a ojo un número de almohadillas determinado, con el engaño optico correspondiente, y una vez hallada la cantidad traducir las almohadillas a pañuelos, cuyo total debe el señor presidente mentalmente y en melésimas de segundo calcular si equivalen al 51% del aforo de la plaza, petición mayoritaria, y ahora van ustedes y me atan a mí esa mosca por el rabo.
Lo cual no quita que por muy mal que ande el señor presidente en operaciones y cálculos aritméticos, lo que el señor presidente debería saber es que a igual número aproximado de pañuelos peticionarios, deberían prevalecer los hechos realizados en el ruedo. Y así esta tarde se le ha negado una oreja a Talavante y se le ha dado a Pinar -dos y dos son cuatro- cuando a igual solicitud del populacho uno ha matado de estocada entera, y ha toreado mal o bien o regular, pero ha toreado, mientras el otro ha necesitado pinchazo y nuevo encuentro hasta acabar con el toro, sin haber toreado ni nada parecido porque no sabe torear y no va a aprender nunca.
¿Y el ganado? Pues el ganado, con sus defectos y sus virtudes y pésimamente lidiado como es costumbre, ha estado en calidad muy por encima de los toreros como viene siendo habitual durante la mayoría de las tardes que llevamos de feria.
LA CONDESA DE ESTRAZA.
jueves, octubre 15, 2009
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