domingo, agosto 03, 2008

REFLEXIONES SOBRE EL INDULTO DE UN ERAL

La Santamaría de Bogotá es sin duda la plaza más seria y prestigiosa de Latinoamérica, incluyendo la Monumental de México, sobre todo en Colombia,, Ecuador y Perú se ven autenticas e interesantes corridas de toros, con una movilidad que ya está olvidada en España , encastados y variados, pero la tauromaquia en toda Latinoamérica tiene un par de defectos, pocos comparados con lo que ocurre en España a pesar de la soberbia de ser la cuna de fiesta, y son el considerar la suerte de varas como un trámite desagradable a pasar con la mayor rapidez posible, siempre el monopuyzo, si el toro es poderoso asesino, si no tiene tanto poder carnicero y si no tiene poder simulado, pero siempre pasando el tramite con una entrada y colocando el toro debajo del peto, dándose la paradoja que el mejor picador contemporáneo es Anderson Murillo colombiano.

El otro defecto es el uso y abuso de los indultos y los criterios con que se aplican, el indulto no se concede por la bravura del toro, pues por la forma de picar es difícil evaluarla, lo que se tiene en cuenta es la nobleza y calidad y duración de las embestidas, por lo menos en toros y novillos este criterio aunque para mi equivocado se sostiene, pues se ve mal pero se ve si el toro al sentir el hierro sale de naja, o suelto o cabecea, pero ayer en la Santamaría se rizo el rizo se indulto a un eral, nobilísimo, humillador y una autentica maquinita de embestir le endilgaron mas de cien muletazos y el toro no paraba de embestir con alegría y nobleza, el propio ganadero junto con la mayoría del publico pido el indulto y el presidente, que no se sabe bien porque oscuros motivos ha sido cambiado y tiene unos conocimientos y personalidad muy inferiores a su antecesor lo concedió.

Se intuyo claramente que el ganadero pondrá a padrear al eral en seis meses o menos o quizá de inmediato porque en la tablilla ponía que tenía dos años y medio, pero a mí por comportamiento y hechuras me pareció un utrero con los tres años avanzados.

Si no lo prueba antes en el caballo cosa que periodistas y buenísimos aficionados de Bogotá me comentaron que no suelen hacer, puede ser que los productos de este animal salgan mansos de solemnidad y que al sentir el hierro salgan de najas se refugien en tablas o toriles y con ellos pierdan todas las cualidades que demostró el supuesto eral sin picar, ósea impepinablemente desembocara en una degeneración de la ganadería.

Este comentario no lo pongo como critica pues me avergonzaría criticar a un país y unos aficionados que me han recibido con los brazos abiertos, pero si como reflexión porque de extenderse esta práctica se comprometería seriamente a corto plazo el porvenir de la interesante cabaña colombiana.

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