miércoles, julio 23, 2008

LA COLUMNA DE MANUEL TRALLERO ACREDITADO PERIODISTA CATALAN Y ESPAÑOL







(Dedicado a Oriol Trillas, con agradecimiento)

Las fronteras son siempre una ilusión. Un acto de soberbia que permite a los poderosos trazar una divisoria sobre la realidad. A un lado queda una parte de ella, al otro lado otra que se pretende sea bien diferente, como quien parte un melón. Las cosas, con estos cartapacios y tirando de escuadrón no siempre salen bien. La geografía recreativa tiene sus contratiempos, principalmente la propia realidad. Una línea trazada sobe un mapa –es decir sobre la representación de la realidad- trata de configurar todo un imaginario: el de una nación, estado o lo que ustedes quieran que están separado -precisamente por esa línea- de la nación u estado contiguo.
Todo esto se viene abajo en Ceret. Apenas veinte minutos de autopista con la frontera española. ¿Pero qué pasa en Ceret? Pura Catalunya-Nord, un acto de centralismo insoslayable. Si hay una Catalunya norte, ¿en relación a una Catalunya sur? –Dali sostenía que el centro del universo se encontraba precisamente en la estación de ferrocarril de Perpigan- es porque alguien se cree ese mismo centro del universo y puede ir repartiendo a su antojo y libre albedrío lo puntos cardinales.
El caso es que es 14 de julio. Fiesta nacional de Francia y en Ceret hay una corrida de toros. Por descontado en la plaza no se ve ni una puñetera bandera francesa, todas son catalanas. Antes de iniciarse la corrida, la cobla (aquí no hay banda) interpreta “Els segadors” con todo el público puesto marcialmente en pie.

El personal de la plaza, los llamados monosabios, van tocados con las preceptivas barretinas. La corrida es una fiesta de exaltación catalanista, lo mismo que pocos kilómetros más abajo se considera un acontecimiento claramente “españolista”. El público sigue con un silencio respetuoso, casi religioso, los lances de la corrida en donde sobresale el diestro Esplá, catorce años seguidos acudiendo a esta cita y siendo protagonista el año pasado de una estrepitosa cogida.
Antes del cuarto toro la cobla –que es una gloria oírle interpretar pasodobles- ataca “L´Estca” de Lluis Llach que es correada con entusiasmo por el respetable. Antes del quinto se interpreta “La Santa Espina” y el delirio es considerable.
De vuelta a Figueres, un notable hotelero me explica que el diestro Esplá lleva nada menos que catorce años acudiendo a su establecimiento y saliendo de él vestido con traje de luces para la corrida de Ceret. Él, sin embargo no se atreve explicarlo a nadie, por miedo a las represalias de los grupos anti taurinos. Es la distancia que va del norte al sur. ¿Se habrán enterrado el señor Carod Rovira y los suyos?

Link del Blog de Manuel Trallero donde se pueden ver las fotografias; http://manueltrallero.wordpress.com/









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