PASO DE FORMA LEGIBLE LA CRONICA DE ANGEL SOLIS EN EL HERALDO

Hoy me la ha mandado un amigo como documento adjunto, ayer la saque del Heraldo de Internet y al ser en formato PDF al hacer el copy/paste salio el churro que salio, vuelvo a pedir disculpas.

"Seis novillos de La Rehuelga, bien presentados, bravos, encastados. Sensacional el quinto.
n Alberto Lamelas, de blanco y plata, silencio tras dos avisos y silencio.
n Fernando Tendero, de fucsia y azabache, silencio tras aviso y vuelta al ruedo.
n Diego Lleonart, de azul marino y oro, silencio tras aviso en los dos.
Un quinto de entrada en tarde soleada.
Presidió Manuel Pasamontes, correcto.

zaragoza. Pedazo de novillada. Con un par. Elegida. De crear afición. De metralla en el día de las Fuerzas Armadas. Sin rey ni reino. Sin caballería ni infantería que pudieran doblegar tamaña casta. Ni la aviación. Ni la marina. Ni por arriba ni por abajo. Solo Fernando Tendero, vestido de subalterno y azabache, supo marcar el paso a una novillada encastada y brava a la que se le hizo todo al revés. Perfecta de hechuras, alternada con la armonía y el descaro de ese encaste. Primaveral, de remate desigual pero digna de plaza de primera. Santacoloma puro. De lo que no perdona. De lo que mira. De lo que espera y te deja respirar. De lo que se entrega. De lo que hace el avión y muere con la boca cerrada. El triunfo de la franqueza, de la bravura enclasada, del espectáculo de ir al caballo con el rabo tieso, la cara baja y romperse los riñones en un acorazado de desfile mañanero. Masacrados por lanceros crueles, mercenarios en guerra fraticida. Mal lidiados, peor banderilleados sin el menor atisbo de ventaja hacia el toro que siempre ejerció de toro, exigió terrenos y brevedad.
Todos fueron francos –los novillos- con tranco, con alegría, con transmisión, con la pureza que tiene y que da la raza. El pero, y me queda la duda, es saber por qué no humillaron primero y cuarto. Por qué desparramaron la vista y no acabaron de entregarse, aunque lo intuyo.
Pues sí. La culpa fue del chachacha. De la querencia al encimismo, a protegerse, a parapetarse. A defenderse en lugar de mandar y templar. Amontonarse queriendo lucirse. A jugársela a medias. Ese fue Alberto Lamelas. Un sentirse sin ser querido. Un cambio por la espalda al primero y un quite de frente por detrás fue su bagaje. No pudo con ninguno de los dos. Lo de cruzarse y ponerse en el sitio no fue con él. Pena.
Para coger cerezas, Diego Lleonart sería único. Alto como un mallo, y frío como un iceberg, estuvo rápido, sin sitio ni colocación. Desconfiado como un pavo en navidad y siempre con la muleta retrasada como su reloj. Con el buen sexto, algún derechazo aprovechando el viaje tuvo su aquel. Con el capote barrió los tendidos. Fernando Tendero, mal vestido por cierto, se llevó el lote. Si bueno fue el segundo, roto en el caballo, sensacional fue el quinto. De vuelta al ruedo, presidente. Tres tandas con la zurda, algo sueltas pero rematadas atrás, tuvieron usía y corazón. Supo enganchar la nobleza -siempre por abajo- pero le faltó sentirse y romperse. Un paseo militar, vaya.
Ángel Solís"