martes, septiembre 29, 2009

JOSE TOMAS, BARCELONA Y LA ABOLICION

Transcribo post publicado por Oriol Trillas en el blog "LA PLAYA LIBRE"

http://playalibre.blogspot.com/2009/09/la-ultima-por-oriol-trillas_2175.html

Dice asi:

"¿La última?, por Oriol Trillas
lunes 28 de septiembre de 2009

Antes de la corrida se notaba el ambientazo en los alrededores de la Monumental. Gente bien vestida, engalanada para la ocasión, abarrotando los bares de los aledaños (hoy, casi todos regentados por chinos y sudamericanos). Los aficionados con sus copas y cervezas en la mano charlaban tranquilamente en la calle. Habían ido una hora antes para aparcar y saboreaban pausadamente sus licores y sus cigarros como sólo se hace en los toros. Sin embargo, en lo más recóndito de su ánimo se escondía una aflicción. ¿Iba a ser la última corrida de toros en Barcelona? Este invierno se va a debatir en el Parlamento catalán la Iniciativa Legislativa Popular que pretende la abolición de la Fiesta. ERC e Iniciativa secundan con entusiasmo la medida, pero el enorme peligro se halla en la libertad de voto que –si nadie lo remedia- han concedido PSC y CiU a sus diputados. Ciertamente, los nubarrones son negro zainos. De ahí ese ambiente de cena de los condenados a muerte que se palpaba en los aledaños de la Plaza.

Nadie sabe si fue la última, pero –por si acaso- ahí estaba José Tomás. La última (o penúltima) página de los toros en Barcelona va indiscutiblemente unida a él. Aquí reapareció, aquí indultó a un toro y aquí toreó como único espada. Tomás no defraudó. Ni a sus incondicionales (que aquí son legión), ni a quienes le analizan con más reparos (que aquí son ínfima minoría). Al revés, la faena a su primer toro fue una de las mejores desde su reaparición. Tuvo la suerte de encontrarse con un animalito impresentable, pero de un dulce exquisito, al que entendió desde el primer momento, con esa lucidez que le lleva a iniciar la obra sin probatura alguna. ¡Pronto y en la mano! ¡Y en los medios! Faena de cinco minutos escasos, pero preñada de una inmensa naturalidad y de una proverbial ligazón, que sólo se consigue pisando ese sitio que únicamente pisa él y sabiendo hacer girar esas dos muñecas de ensueño, que permiten series enlazadas de cinco, seis, siete muletazos. Todo en un palmo de terreno. Mató bien y le concedieron dos orejas. A ello se añadió, sin explicación alguna, una estrambótica vuelta al ruedo al toro. Un animal que no tenía presencia para plaza de primera y al que no picaron ni para un análisis. Nunca podemos tener la dicha plena en esta Plaza.

El resto de la tarde no alcanzó semejantes cumbres. José Tomás se las vio con otro recental, más rebrincadito, al que no templó hasta las postrimerías de la faena. Seis naturales de trazo corto y, tras un pinchazo, aprovechó la bondad del público para instrumentar seis manoletinas de costado que no venían a cuento, pero que arrancaron otras dos orejas.

Junto a él había dos torerazos, pero ninguno dio la talla. Morante no le cogió el sitio hasta el final de faena, cuando tras un sinfín de series acertó a atornillar los pies en la arena y hundir los riñones. Ahí sí fue el Morante esperado, pero todo fue breve y fugaz. Mató de un horrible bajonazo y, pese a ello, se llevó una oreja de chufla. Al matar, se partió la falange de un dedo. Extrañamente, abandonó la plaza en ambulancia. ¿Por la rotura de un dedo?

En cuanto a Aparicio, hizo el paseíllo elegantemente vestido y ahí se acabó todo. Jindama, pavor, temor, resuello. Qué más da el sustantivo.

Y al final, todos abandonamos la plaza con un miedo parecido al de Aparicio. Estamos en manos de que se consume el atropello por parte de la clase política. El problema es que no parece que nadie vaya a liderar la contra. Buenos vasallos tienen. Ayer había 20.000. La inmensa mayoría, barceloneses. Nadie puede decir que ayer había aficionados de Madrid o de Sevilla, pues en sus plazas había feria de otoño y de San Miguel. Pero estos vasallos se hallan absolutamente abandonados. Los muy ilusos incluso llegaron a confiar en Montilla, porque iba a los toros. Como alcalde de Cornellá, claro. Desde que es Honorable, ni ha pisado la plaza ni la pisará. Luego confiaron en la empresa Balañá-Matilla, que lo único que ha hecho ha sido prolongar la agonía a rebufo del tirón de José Tomás. Los muy cínicos ya anuncian festejos “sense sang” para preparar el terreno. Tampoco ha ayudado la prensa local (ñoña y cursi a rabiar) ni la autoridad taurina (es vergonzosa la presentación de los toros y la verbena en la concesión de orejas en esta plaza). Todo se ha confabulado para que la puntilla acierte. De ahí la extrema melancolía de ayer. Quizás, lo único que se salvó con la faena de Tomás, fue ver a Arcadi Espada y Javier Villán en el tendido de más solera de la plaza: el 5. Ni juntos, ni revueltos. No vayan a pensar.


Poco tengo que añadir que cada uno saque sus consecuencias y compare con ciertos personajes y blogs.

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